Trapos Sucios es
un relato del escritor y crítico
literario inglés David Lodge (Londres, 28 de enero de 1935). Lodge es conocido
por ser uno de los mejores
representantes de la novela cómica
inglesa de hoy en día. Además de por su abundante y didáctica obra crítica sobre
literatura y narrativa.
Trapos Sucios es un
buen ejemplo del tono satírico e irónico
del autor. Se trata de un relato ágil y dinámico, corto de extensión en el que,
sin embargo, consigue abarcar varios temas y dar sorprendentes giros a la
trama.
Sinopsis:

Sam convence a Adrian para que le ayude a vengarse. Para
ello se debe dejar entrevistar e intentar sonsacar los trapos sucios de Fanny.
Para saber si Adrian y Sam logran o no
su objetivo debes leer Trapos Sucios
Lodge consigue desarrollar una historia totalmente creíble
en la que todos los personajes tienen
algo que prefieren ocultar ante los demás y también ante sí mismos. El tono
de ironía y de crítica no elimina la importancia de la emoción, marcada por los sentimientos y los deseos de los personajes.
La amistad, el amor, la familia, la
honestidad son temas tangenciales. La oposición
entre la soledad del escritor en su labor creadora y su exposición a la crítica del público y de los medios una vez
que publica su obra es el eje central de la trama.
El ego de los autores
que hace tambalear su autoestima ante las críticas negativas está en el trasfondo de todo el relato. Lodge lo
hace patente a través de diálogos ágiles
e ingeniosos con los que va haciendo avanzar la historia. Para desarrollar
la historia solo necesita 4 personajes situados en el escenario de una casa de
campo inglesa y un golpe de efecto sorprendente para el final.
En un momento dado la periodista le pregunta a Ludlow sobre
por qué dejó de escribir novelas y él le responde de un modo que deja bien claro
cuál es el proceso de escritura de una historia:
“Quiere decir cómo pude renunciar a todas esas horas, largas y solitarias, que pasaba mirando una página en blanco, o por la ventana, royendo la punta del bolígrafo, tratando de crear algo a partir de la nada, de otorgar vida a criaturas que antes no existían, darles nombre, padres, estudios, ropa, pertenencias…, teniendo que decidir si tienen los ojos azules o marrones, si tienen el pelo liso, ondulado o son calvos, ¡Dios, qué tedio! Y después el esfuerzo sobrehumano de tener que articular todo eso en palabras, palabras que parezcan frescas, palabras que no suenen como si las hubieras comprado de segunda mano al por mayor…Y después tener que idear cómo se mueven los personajes, cómo actúan, como interaccionan unos con otros de formas que parezcan simultáneamente interesantes, verosímiles, sorprendentes, divertidas, conmovedoras. –Utilizó un dedo para cada epíteto−. Es como jugar al ajedrez en tres dimensiones –dijo−. Un auténtico infierno.”
Trapos Sucios es
en definitiva un libro de lectura fácil y divertida que recuerda a los
aspirantes a escritores que deben mirar un poco más allá de su ombligo y
trabajar mucho para triunfar.